escucha activa

Aprender a escuchar: la asignatura pendiente del siglo XXI

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Por Victoria de la Calle Muñoz, responsable de Proyectos de 21gramos y Más Allá de la Z

La comunicación va más allá del mero derecho a anunciar o recibir libremente información veraz. También es un elemento clave de transformación social. Esta visión permite que las personas comprendan la importancia de lo que se les cuenta, se impliquen, se empoderen y debatan acerca de los asuntos que les rodean. 

Esto es, la comunicación tiene, como condición ineludible, la escucha activa, que supone, según el psicólogo estadounidense Carl Rogers, «dar nuestra total atención a la otra persona y transmitirle que estamos interesados y preocupados por aquello que nos dice. Un trabajo difícil de llevar a cabo si no se respeta a quien tenemos delante… ya que no solo escuchamos con los oídos, también con los ojos, con la mente, el corazón y la imaginación. Escuchamos las palabras del otro, y también los mensajes escondidos en esas palabras».

La escucha activa está estrechamente ligada a la inteligencia emocional, y a la personalidad de cada uno, y es un tema que preocupa hoy en todo el mundo. Una prueba de ello es que se ha convertido en uno de los 100 programas más escuchados de Entiende tu mente de Spotify, el podcast de psicología en español más escuchado a nivel mundial, en el que se destaca la importancia de disfrutar con esa escucha y conectar con cada cuestión que llega nuestros oídos.

La escucha activa supone, entonces, un ejercicio de generosidad y paciencia que es imprescindible poner en práctica a la hora de llevar a cabo cualquier proyecto dirigido a influir o generar un impacto en otros, ya sea en iniciativas de acción social o en el ámbito corporativo –en el caso de la comunicación interna–.

¿Cómo vamos a lograr la confianza y el entendimiento mutuo si no realizamos este ejercicio? ¿De qué forma entonces nuestros proyectos tendrán éxito?

Pero, además, la escucha es una habilidad que debe trabajarse desde una edad temprana, que fomenta el respeto y la empatía y que tiene mucho –todo– que ver con educar en valores a los ciudadanos del futuro.

Un ejemplo de escucha activa es la que lleva a cabo la Fundación Quirónsalud en su programa Stay Healthy, un programa educativo dirigido a fomentar los hábitos saludables en los adolescentes, donde ejerce esta habilidad en una doble vertiente:

  • La primera dimensión de la escucha activa en este proyecto es la que involucra a sus receptores en el mismo. Para el desarrollo de los contenidos, los psicopedagogos llevan a cabo sesiones de co-creación en los centros educativos donde se les pregunta a los adolescentes qué es lo que quieren aprender acerca de los temas propuestos y exponen las principales dudas de los chicos y chicas de esta edad.

Una metodología es necesaria para todas las iniciativas que tienen como canal la educación, que tan falta está de un avance hacia el futuro, o –por lo menos– hacia el presente, no solo en el ámbito formal (recursos, tecnología) si no de contenido.

En el caso de Stay Healthy, este proceso de escucha es el que ha guiado a la Fundación para poder dar respuestas efectivas a problemas reales, los que vive hoy el alumnado adolescente.

  • La segunda dimensión se refiere a las actividades que propone el programa, en las que los chicos y chicas trabajan en grupo, exponen sus diferentes puntos de vista y los debaten con sus compañeros. Una «forma de hacer» que se basa en la escucha activa, y con la que se trabajan además de las habilidades relacionadas con la empatía y la seguridad en sí mismos, al sentirse escuchados y valorados por el resto de la clase.

Sin duda, un pilar básico para construir la sociedad justa, humana y sostenible que merecen.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

ÚLTIMAS ENTRADAS